EL AJOLOTE MEXICANO
El Ajolote Mexicano es un
anfibio con adaptaciones asombrosas, como la capacidad de conservar sus
características larvarias aún cuando madura sexualmente, fenómeno conocido como
neotenia.
Su apariencia básica es la
de un renacuajo gigante, con patas y cola. Su piel es lisa en casi todo el
cuerpo, aunque puede ser ligeramente rugosa y con pequeños poros que solo se
aprecian de cerca. Su cabeza es robusta, ancha y plana, contrastando con el
resto del cuerpo que es más alargado y aplastado por los lados. Sus ojos son
pequeños y sin párpados. El cuerpo tiene 12 pliegues de cada lado. Una
característica distintiva son los tres pares de branquias externas y
ramificadas que salen hacia atrás de la base de la cabeza. A la altura de sus
branquias, en el dorso, tiene una membrana rígida que se prolonga toda la cola
formando aleta. Las patas tienen dedos finos y puntiagudos que no desarrollan
uñas, cuatro dedos en las patas anteriores y cinco en las posteriores.
Su coloración puede ser muy
variable. En estado silvestre, en la mayoría domina el color café oscuro a
negro en el dorso, con tonos más claros en las partes ventrales. Pueden tener
manchas oscuras en el dorso y lados, evidentes solo de cerca. Debido a la
expresión de diferentes genes, el patrón de coloración también puede tener
varios tonos, especialmente en cautiverio: de gris, de café, de verde pardo,
anaranjado, blanco con ojos negros, albino dorado, albino blanco, o casi negro
(melanoide). La mayoría de estas variaciones son colores raros que se presentan
en colores sólidos, aunque también hay individuos jaspeados incluso con más de
un color. Mide en promedio 25.7 cm de largo de la cabeza hasta la cola, e
individuos mayores a los 30 cm son raros. Su cabeza más ancha que larga, mide
de 3.3 a 3.7 cm. Pesan de 60 a 110 g, y en pro- medio 85 g. Su boca es grande y
tiene alrededor de 126 pequeños dientes maxilares y premaxilares, y de 18 a 20
dientes vomeropalatinos que están ubicados adentro de la cavidad de la boca. Su
lengua es retráctil.
DISTRIBUCIÓN
El Ajolote Mexicano se
considera endémico e históricamente vivía en todo el complejo sistema lagunar
que existía en el Valle de México a principios del siglo XVI, el cual abarcaba
el lago de Texcoco, el lago de Xochimilco, el lago de Chalco y sus conexiones
con el lago de Zumpango y el lago de Xaltocán. Actualmente, en vida libre solo
se encuentra en el sistema de canales de Xochimilco en la Ciudad de México.
El clima donde vive varía
por su altura y su geografía, pudiendo ser de templado a frío húmedo. En la
región de los cana- les de Xochimilco, el clima es templado subhúmedo con
lluvias en verano (Cw). La altitud promedio de la región es de 2,250 msnm. Las
lluvias son de mayo a octubre, con una precipitación anual de 600 mm.
Su hábitat es acuático, vive
en lagos, pozas y canales. Requiere condiciones particulares de turbidez,
niveles de oxigenación disueltos en el agua, y condiciones estables de las
corrientes. La temperatura ideal del agua es fría, de 16 a 18° C y no debe de
exceder los 20 a 22° C.
La vegetación que solía
rodear en abundancia el hábitat del Ajolote Mexicano, eran gramíneas y plantas
herbáceas suculentas (plantas con tejidos que almacenan agua) de suelos
salinos, alcalinos y mal drenados; así como algunos tipos de pastos. La vegetación
acuática es escasa. También se encontraba el bosque de pino-encino; ecosistema
que ahora está fragmentado y del que queda poco. Actualmente hay extensas zonas
de cultivo de maíz, flores y diferentes tipos de vegetales como lechuga. La
altitud promedio donde vive es de 2,274 msnm.
En diez años la densidad
descendió de alrededor de seis mil individuos por km² en 1998, a solo un mil en
2004 y sólo 100 o tal vez menos, para 2008. Para ese mismo año, los estudios
sugerían que la población total en vida silvestre pudiese ser de entre 700 a
1200 individuos. Sin embargo, el grupo de investigadores del Instituto de
Biología, considera que debido a lo agresivo de los factores que amenazan su
ecosistema, sobreviven menos de lo esperado, y para 2009 se piensa apenas
quedan 20 individuos.
HÁBITOS
El Ajolote Mexicano es
solitario, escurridizo y aún no se conoce ningún tipo de interacción entre
individuos, excepto en el apareamiento, cuando se encuentran por medios
visuales y químicos. Son actividad todo el día. En cautiverio viven hasta 30
años, mientras que en vida silvestre solo tres, a veces hasta seis años. Se
cree que actualmente, la diferencia se debe a la contaminación.
La respiración la realiza
por medio de las ramas branquiales en un proceso de intercambio de gases a
favor del gradiente: el oxígeno del agua pasa a los capilares y a la sangre y
el dióxido de carbono al agua. También tienen sacos pulmonares parcialmente
desarrollados, por lo que ocasionalmente sube a la superficie a tomar bocanadas
de aire.
Su dieta es amplia, come
pequeños peces, renacuajos, insectos acuáticos, lombrices, crustáceos y
moluscos de agua dulce. Cuando son larvas pequeñas se alimentan de zooplancton,
formado por crustáceos microscópicos como copépodos, cladóceros (pulgas de agua:
Moina macrocopa, Simocephalis vetulus, Alona rectangula, Macrothrix
triserialis.) y rotíferos (animales microscópicos de no más de 0.5 mm de largo
con aparato bucal complejo) como Brachionus spp. En cautiverio pueden comer una
gran variedad de cosas, incluyendo croquetas especiales para tortugas, grillos,
tubifex, artemias, tenebrios (larvas de escara- bajo) y hasta pollo.
Su forma de atrapar el
alimento es por medio de succión repentina, utiliza sus pequeños dientes para
retener a su presa, la cual traga completa. Este movimiento repentino empuja al
ajolote hacia atrás y arriba, para luego posarse en el fondo de nuevo. Son caníbales. A veces incluso traga grava
pequeña u otras partículas que luego expulsa. Pueden pasar varias semanas en
ayuno.
Se reproduce en los meses de
diciembre, enero y febrero, una sola vez al año. Los machos se pueden
distinguir por su cloaca (orificio reproductivo y excretorio) más alargada que
la de la hembra.
El apareo se realiza después
de un breve comportamiento de cortejo, en el que al principio, juntan la región
de las cloacas, para después realizar una especie de baile lento, moviéndose en
círculos. El macho se aparta mientras mueve de forma ondulada la parte
posterior de su cuerpo y cola, mientras la hembra lo sigue. Posteriormente, el
macho agita vigorosamente la cola por aproximadamente medio minuto, al hacer
esto libera una masa gelatinosa con una cubierta de esperma en forma de cono,
llamada espermatóforo y continúa moviéndose hacia adelante; la hembra se
desliza sobre el espermatóforo recogiéndolo con la cloaca.
Aproximadamente 24 horas
después de la fecundación, la hembra libera entre 600 y 1,500 huevos fecundados,
los cuales deposita paulatinamente, tardando a veces, hasta tres días. No
construye madrigueras, pero tiene tendencia a poner huevos prefiriendo
vegetación con raíces esponjosas y densas donde están más protegidos.
Eclosionan después de 11 a 15 días, y las larvas pueden madurar sexualmente al
cumplir el año, aunque esto varía según el individuo.
En varios países se hacen
estudios genéticos del ajolote, la mayoría enfocados a sus características
neoténicas y su inusual capacidad de regeneración. Por ejemplo, desde
principios de 2009, el Departamento de Defensa de Estados Unidos financia con
6.25 millones de dólares a un grupo de científicos especializados en regeneración
celular de miembros, de la Universidad de Tulane, de New Orleans, para estudiar
al Ajolote Mexicano, que tiene la capacidad de regenerar sus extremidades,
cola, mandíbula, piel, órganos, e incluso partes de sus cerebro.
En México se realizan
estudios genéticos del Ajolote Mexicano enfocados principalmente ala taxonomía
y sistemática. Entre los aspectos que se están estudiando por medio de técnicas
genéticas son la endogamia, pérdida de la diversidad genética, fragmentación de
la población y adaptación genética al cautiverio. Sin embargo, también se
realizan otros esfuerzos para entender el proceso celular que lleva al Ajolote
Mexicano a la ya mencionada capacidad regenerativa.
CULTURA
En náhuatl, el Ajolote es
conocido como Axolotl, que significa “monstruo del agua”, pero en otra
tradición prehispánica se sostiene que el nombre proviene del Dios Azteca de
las de- formaciones y la muerte llamado Xólotl, herma- no de Quetzalcóatl. El
Dios Xólotl también está asociado a la idea de movimiento y vida. Otro posible
significado prehispánico es el de “perro de agua” por la palabra atl, que
significa agua y xólotl que puede interpretarse como perro. Por otra parte, la
palabra Ambystoma que forma su nombre científico, significa “boca en forma de
copa (invertida) o boca achatada”, debido a su boca grande y ancha.
Desde 1863 el general
francés Elie Frédéric Forey envió al Museo de Historia Natural de París, 34
ejemplares vivos de Ajolote Mexicano llevados desde Xochimilco. El zoólogo
Auguste H. A. Duméril recibió, cuidó y estudió a los ajolotes realizando los
primeros estudios científicos y logrando su reproducción en cautiverio, además
se encargó de enviar ejemplares a varios países de Europa y eventualmente a
otros continentes.
Casi 150 años después de su
introducción al viejo mundo, y debido a la relativa facilidad con la que se
pueden criar en cautiverio, los Ajolotes Mexicanos se encuentran hoy en
acuarios y laboratorios de todo el mundo, y se han realizado miles de estudios
en importantes campos de la ciencia. Las investigaciones abarcan áreas como la
biología celular, anatomía, genética y evolución, entre otras.
En México existen registros
escritos del Ajolote desde 1648, cuando se publicó la obra de Francisco
Hernández terminada antes de su muerte desde 1587. A mediados del siglo XVI,
Fray Bernandino de Sahagún en su gran obra Historia general de las cosas de
Nueva España relata la figura que el Ajolote representaba para los indígenas
antes de la Conquista.
La obra de Sahagún relata la
leyenda de cómo surgió el Ajolote, que según la tradición oral, el Dios Xólotl
para evitar la muerte en el sacrificio de la hoguera e insuflarle vida al sol,
se escondió entre las milpas convertido en planta de maíz de dos cañas; pero
fue descubierto. De nuevo escapó y se convirtió en una penca doble de maguey.
Fue descubierto una vez más, y huyó entonces dentro del agua, donde se
transformó finalmente en un Ajolote. Sin embargo, el verdugo de los sacrificios
lo encontró y le dio muerte. Los Ajolotes también fueron representados en
códices como el Florentino, el Madrid y el Vaticano.
Dentro de la literatura, el
Ajolote Mexicano ha inspirado no pocas obras literarias. Ha servido de musa a
autores como Julio Cortázar, escritor argentino que en 1952 publicó el cuento
“Axolotl”, donde narra, de alguna forma, la transmutación del hombre, él mismo,
en un Ajolote. Roger Bartra, antropólogo y escritor mexicano quien en 1996
publicó la obra La jaula de la melancolía, inspirada en el anfibio y en donde
metafóricamente compara la idiosincrasia del mexicano con el Ajolote. En 2000,
el escritor y reportero Armando Ramírez publica La casa de los ajolotes, novela
que retrata la metáfora entre la identidad del mexicano y su deseo de no salir
del estado larvario. El escritor mexicano Salvador Elizondo además de que se
dice cría Ajolotes como mascotas, escribió un cuento sobre la dualidad Ajolote
Salamandra, entre otras notas literarias. La lista parece in- terminable, sobre
todo si también tomamos en cuenta a artistas plásticos que han plasmado al
Ajolote y su permanente estado larvario en diversas obras pictóricas y
escultóricas.
Dentro de la cultura
culinaria, y desde tiempos prehispánicos ha sido utilizado como alimento en una
variedad de platillos, incluyendo tamales y caldos. Hace unos años todavía se
conseguía con facilidad en los mercados de Xochimilco, Toluca, Pátzcuaro y Zumpango.
Tal vez en parte por su extraña forma y características, a las que los antiguos
pobladores del Valle de México pudieron atribuirle propiedades místicas, ha
sido utilizado con fines medicinales en el tratamiento del asma y la
bronquitis. De su importancia en usos y costumbres, hasta fuente de proteínas,
hay varios autores que lo refieren, como Martín del Campo en 1946 y hasta
nuestros días, que sigue siendo motivo de estudio e inspiración.
La fama de sus propiedades
curativas aún perdura hasta nuestros días, por lo que se solía conseguir con facilidad
en el mercado de Sonora en la Ciudad de México y aún se encuentran ungüentos y
tónicos en los que el ingrediente principal es el Ajolote Mexicano.
Un elemento cultural más de
cierta importancia en México, es su valor como especie rara para acuario, por
lo que se comercializa, siendo los más valiosos las variedades de color albino,
que es sumamente raro, el dorado y hasta una variedad melánica casi negra.
Hay varias razones
culturales que han causado su sobre-explotación, principalmente por medio de
capturas tradicionales; que junto con la perturbación y desaparición de su
ecosistema lo han llevado casi a su extinción.
Por lo anterior, en México
su relevancia como especie es considerable, por sus usos y costumbres
culturales, como fuente de inspiración, y porque es una de las especies de
anfibios más estudiadas en el mundo, a nivel fisiológico, genético, y como
modelo en el estudio de la biología del desarrollo.