martes, 5 de marzo de 2013

ajolote mexicano


EL AJOLOTE MEXICANO

El Ajolote Mexicano es un anfibio con adaptaciones asombrosas, como la capacidad de conservar sus características larvarias aún cuando madura sexualmente, fenómeno conocido como neotenia.
Su apariencia básica es la de un renacuajo gigante, con patas y cola. Su piel es lisa en casi todo el cuerpo, aunque puede ser ligeramente rugosa y con pequeños poros que solo se aprecian de cerca. Su cabeza es robusta, ancha y plana, contrastando con el resto del cuerpo que es más alargado y aplastado por los lados. Sus ojos son pequeños y sin párpados. El cuerpo tiene 12 pliegues de cada lado. Una característica distintiva son los tres pares de branquias externas y ramificadas que salen hacia atrás de la base de la cabeza. A la altura de sus branquias, en el dorso, tiene una membrana rígida que se prolonga toda la cola formando aleta. Las patas tienen dedos finos y puntiagudos que no desarrollan uñas, cuatro dedos en las patas anteriores y cinco en las posteriores.
Su coloración puede ser muy variable. En estado silvestre, en la mayoría domina el color café oscuro a negro en el dorso, con tonos más claros en las partes ventrales. Pueden tener manchas oscuras en el dorso y lados, evidentes solo de cerca. Debido a la expresión de diferentes genes, el patrón de coloración también puede tener varios tonos, especialmente en cautiverio: de gris, de café, de verde pardo, anaranjado, blanco con ojos negros, albino dorado, albino blanco, o casi negro (melanoide). La mayoría de estas variaciones son colores raros que se presentan en colores sólidos, aunque también hay individuos jaspeados incluso con más de un color. Mide en promedio 25.7 cm de largo de la cabeza hasta la cola, e individuos mayores a los 30 cm son raros. Su cabeza más ancha que larga, mide de 3.3 a 3.7 cm. Pesan de 60 a 110 g, y en pro- medio 85 g. Su boca es grande y tiene alrededor de 126 pequeños dientes maxilares y premaxilares, y de 18 a 20 dientes vomeropalatinos que están ubicados adentro de la cavidad de la boca. Su lengua es retráctil.


DISTRIBUCIÓN
El Ajolote Mexicano se considera endémico e históricamente vivía en todo el complejo sistema lagunar que existía en el Valle de México a principios del siglo XVI, el cual abarcaba el lago de Texcoco, el lago de Xochimilco, el lago de Chalco y sus conexiones con el lago de Zumpango y el lago de Xaltocán. Actualmente, en vida libre solo se encuentra en el sistema de canales de Xochimilco en la Ciudad de México.
El clima donde vive varía por su altura y su geografía, pudiendo ser de templado a frío húmedo. En la región de los cana- les de Xochimilco, el clima es templado subhúmedo con lluvias en verano (Cw). La altitud promedio de la región es de 2,250 msnm. Las lluvias son de mayo a octubre, con una precipitación anual de 600 mm.
Su hábitat es acuático, vive en lagos, pozas y canales. Requiere condiciones particulares de turbidez, niveles de oxigenación disueltos en el agua, y condiciones estables de las corrientes. La temperatura ideal del agua es fría, de 16 a 18° C y no debe de exceder los 20 a 22° C.
La vegetación que solía rodear en abundancia el hábitat del Ajolote Mexicano, eran gramíneas y plantas herbáceas suculentas (plantas con tejidos que almacenan agua) de suelos salinos, alcalinos y mal drenados; así como algunos tipos de pastos. La vegetación acuática es escasa. También se encontraba el bosque de pino-encino; ecosistema que ahora está fragmentado y del que queda poco. Actualmente hay extensas zonas de cultivo de maíz, flores y diferentes tipos de vegetales como lechuga. La altitud promedio donde vive es de 2,274 msnm.
En diez años la densidad descendió de alrededor de seis mil individuos por km² en 1998, a solo un mil en 2004 y sólo 100 o tal vez menos, para 2008. Para ese mismo año, los estudios sugerían que la población total en vida silvestre pudiese ser de entre 700 a 1200 individuos. Sin embargo, el grupo de investigadores del Instituto de Biología, considera que debido a lo agresivo de los factores que amenazan su ecosistema, sobreviven menos de lo esperado, y para 2009 se piensa apenas quedan 20 individuos.


HÁBITOS

El Ajolote Mexicano es solitario, escurridizo y aún no se conoce ningún tipo de interacción entre individuos, excepto en el apareamiento, cuando se encuentran por medios visuales y químicos. Son actividad todo el día. En cautiverio viven hasta 30 años, mientras que en vida silvestre solo tres, a veces hasta seis años. Se cree que actualmente, la diferencia se debe a la contaminación.
La respiración la realiza por medio de las ramas branquiales en un proceso de intercambio de gases a favor del gradiente: el oxígeno del agua pasa a los capilares y a la sangre y el dióxido de carbono al agua. También tienen sacos pulmonares parcialmente desarrollados, por lo que ocasionalmente sube a la superficie a tomar bocanadas de aire.
Su dieta es amplia, come pequeños peces, renacuajos, insectos acuáticos, lombrices, crustáceos y moluscos de agua dulce. Cuando son larvas pequeñas se alimentan de zooplancton, formado por crustáceos microscópicos como copépodos, cladóceros (pulgas de agua: Moina macrocopa, Simocephalis vetulus, Alona rectangula, Macrothrix triserialis.) y rotíferos (animales microscópicos de no más de 0.5 mm de largo con aparato bucal complejo) como Brachionus spp. En cautiverio pueden comer una gran variedad de cosas, incluyendo croquetas especiales para tortugas, grillos, tubifex, artemias, tenebrios (larvas de escara- bajo) y hasta pollo.
Su forma de atrapar el alimento es por medio de succión repentina, utiliza sus pequeños dientes para retener a su presa, la cual traga completa. Este movimiento repentino empuja al ajolote hacia atrás y arriba, para luego posarse en el fondo de nuevo. Son  caníbales. A veces incluso traga grava pequeña u otras partículas que luego expulsa. Pueden pasar varias semanas en ayuno.
Se reproduce en los meses de diciembre, enero y febrero, una sola vez al año. Los machos se pueden distinguir por su cloaca (orificio reproductivo y excretorio) más alargada que la de la hembra.
El apareo se realiza después de un breve comportamiento de cortejo, en el que al principio, juntan la región de las cloacas, para después realizar una especie de baile lento, moviéndose en círculos. El macho se aparta mientras mueve de forma ondulada la parte posterior de su cuerpo y cola, mientras la hembra lo sigue. Posteriormente, el macho agita vigorosamente la cola por aproximadamente medio minuto, al hacer esto libera una masa gelatinosa con una cubierta de esperma en forma de cono, llamada espermatóforo y continúa moviéndose hacia adelante; la hembra se desliza sobre el espermatóforo recogiéndolo con la cloaca.
Aproximadamente 24 horas después de la fecundación, la hembra libera entre 600 y 1,500 huevos fecundados, los cuales deposita paulatinamente, tardando a veces, hasta tres días. No construye madrigueras, pero tiene tendencia a poner huevos prefiriendo vegetación con raíces esponjosas y densas donde están más protegidos. Eclosionan después de 11 a 15 días, y las larvas pueden madurar sexualmente al cumplir el año, aunque esto varía según el individuo.
En varios países se hacen estudios genéticos del ajolote, la mayoría enfocados a sus características neoténicas y su inusual capacidad de regeneración. Por ejemplo, desde principios de 2009, el Departamento de Defensa de Estados Unidos financia con 6.25 millones de dólares a un grupo de científicos especializados en regeneración celular de miembros, de la Universidad de Tulane, de New Orleans, para estudiar al Ajolote Mexicano, que tiene la capacidad de regenerar sus extremidades, cola, mandíbula, piel, órganos, e incluso partes de sus cerebro.
En México se realizan estudios genéticos del Ajolote Mexicano enfocados principalmente ala taxonomía y sistemática. Entre los aspectos que se están estudiando por medio de técnicas genéticas son la endogamia, pérdida de la diversidad genética, fragmentación de la población y adaptación genética al cautiverio. Sin embargo, también se realizan otros esfuerzos para entender el proceso celular que lleva al Ajolote Mexicano a la ya mencionada capacidad regenerativa.

CULTURA
En náhuatl, el Ajolote es conocido como Axolotl, que significa “monstruo del agua”, pero en otra tradición prehispánica se sostiene que el nombre proviene del Dios Azteca de las de- formaciones y la muerte llamado Xólotl, herma- no de Quetzalcóatl. El Dios Xólotl también está asociado a la idea de movimiento y vida. Otro posible significado prehispánico es el de “perro de agua” por la palabra atl, que significa agua y xólotl que puede interpretarse como perro. Por otra parte, la palabra Ambystoma que forma su nombre científico, significa “boca en forma de copa (invertida) o boca achatada”, debido a su boca grande y ancha.
Desde 1863 el general francés Elie Frédéric Forey envió al Museo de Historia Natural de París, 34 ejemplares vivos de Ajolote Mexicano llevados desde Xochimilco. El zoólogo Auguste H. A. Duméril recibió, cuidó y estudió a los ajolotes realizando los primeros estudios científicos y logrando su reproducción en cautiverio, además se encargó de enviar ejemplares a varios países de Europa y eventualmente a otros continentes.
Casi 150 años después de su introducción al viejo mundo, y debido a la relativa facilidad con la que se pueden criar en cautiverio, los Ajolotes Mexicanos se encuentran hoy en acuarios y laboratorios de todo el mundo, y se han realizado miles de estudios en importantes campos de la ciencia. Las investigaciones abarcan áreas como la biología celular, anatomía, genética y evolución, entre otras.
En México existen registros escritos del Ajolote desde 1648, cuando se publicó la obra de Francisco Hernández terminada antes de su muerte desde 1587. A mediados del siglo XVI, Fray Bernandino de Sahagún en su gran obra Historia general de las cosas de Nueva España relata la figura que el Ajolote representaba para los indígenas antes de la Conquista. 
La obra de Sahagún relata la leyenda de cómo surgió el Ajolote, que según la tradición oral, el Dios Xólotl para evitar la muerte en el sacrificio de la hoguera e insuflarle vida al sol, se escondió entre las milpas convertido en planta de maíz de dos cañas; pero fue descubierto. De nuevo escapó y se convirtió en una penca doble de maguey. Fue descubierto una vez más, y huyó entonces dentro del agua, donde se transformó finalmente en un Ajolote. Sin embargo, el verdugo de los sacrificios lo encontró y le dio muerte. Los Ajolotes también fueron representados en códices como el Florentino, el Madrid y el Vaticano.
Dentro de la literatura, el Ajolote Mexicano ha inspirado no pocas obras literarias. Ha servido de musa a autores como Julio Cortázar, escritor argentino que en 1952 publicó el cuento “Axolotl”, donde narra, de alguna forma, la transmutación del hombre, él mismo, en un Ajolote. Roger Bartra, antropólogo y escritor mexicano quien en 1996 publicó la obra La jaula de la melancolía, inspirada en el anfibio y en donde metafóricamente compara la idiosincrasia del mexicano con el Ajolote. En 2000, el escritor y reportero Armando Ramírez publica La casa de los ajolotes, novela que retrata la metáfora entre la identidad del mexicano y su deseo de no salir del estado larvario. El escritor mexicano Salvador Elizondo además de que se dice cría Ajolotes como mascotas, escribió un cuento sobre la dualidad Ajolote Salamandra, entre otras notas literarias. La lista parece in- terminable, sobre todo si también tomamos en cuenta a artistas plásticos que han plasmado al Ajolote y su permanente estado larvario en diversas obras pictóricas y escultóricas.
Dentro de la cultura culinaria, y desde tiempos prehispánicos ha sido utilizado como alimento en una variedad de platillos, incluyendo tamales y caldos. Hace unos años todavía se conseguía con facilidad en los mercados de Xochimilco, Toluca, Pátzcuaro y Zumpango. Tal vez en parte por su extraña forma y características, a las que los antiguos pobladores del Valle de México pudieron atribuirle propiedades místicas, ha sido utilizado con fines medicinales en el tratamiento del asma y la bronquitis. De su importancia en usos y costumbres, hasta fuente de proteínas, hay varios autores que lo refieren, como Martín del Campo en 1946 y hasta nuestros días, que sigue siendo motivo de estudio e inspiración.
La fama de sus propiedades curativas aún perdura hasta nuestros días, por lo que se solía conseguir con facilidad en el mercado de Sonora en la Ciudad de México y aún se encuentran ungüentos y tónicos en los que el ingrediente principal es el Ajolote Mexicano.
Un elemento cultural más de cierta importancia en México, es su valor como especie rara para acuario, por lo que se comercializa, siendo los más valiosos las variedades de color albino, que es sumamente raro, el dorado y hasta una variedad melánica casi negra.
Hay varias razones culturales que han causado su sobre-explotación, principalmente por medio de capturas tradicionales; que junto con la perturbación y desaparición de su ecosistema lo han llevado casi a su extinción.
Por lo anterior, en México su relevancia como especie es considerable, por sus usos y costumbres culturales, como fuente de inspiración, y porque es una de las especies de anfibios más estudiadas en el mundo, a nivel fisiológico, genético, y como modelo en el estudio de la biología del desarrollo.

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